INFINI OUD

La nuez moscada arde suave, como incienso en una habitación cerrada. La lavanda dibuja un hilo fresco, casi medicinal, que prepara el camino. Y entonces, irrumpe: el oud, profundo, resinoso, noble —no grita, se asienta. El pachulí lo envuelve como tierra mojada bajo la luna, mientras el almizcle se arrastra en la sombra, denso, persistente. No es ruido. Es presencia. No es perfume. Es territorio.

Para quienes no necesitan demostrar poder. Solo ocupan el espacio.

Profundo. Oscuro. Eterno.